Tecnología 3D

Antes de exponer cómo funciona la tecnología 3D hay que explicar cómo funciona el ojo humano. Gracias a nuestro sistema de visión somos capaces de acumular una serie de imágenes que obtenemos a través de los ojos y a continuación nuestro cerebro es capaz de construir una imagen en tres dimensiones.

Nuestro ojo funciona como una cámara de fotos que va recogiendo fotogramas de forma sucesiva. Pero al igual que en una fotografía, al ver la imagen sólo tenemos constancia de dos dimensiones: el ancho y el alto. Es entonces cuando entra en juego el disponer de un segundo ojo. El disponer de dos ojos nos permite apreciar la profundidad de las cosas, a partir del paralelismo entre las imágenes.

Gracias a lo que se conoce como visión binocular o visión estereoscópica somos capaces de capturar la imagen de un objeto desde dos ángulos diferentes, ya que existe una separación entre nuestros dos ojos. Esto nos permite, gracias al cerebro, a elaborar una imagen en 3D al procesar la imagen que percibimos por cada ojo.

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Por esta misma razón que no distinguimos la profundidad en una fotografía en el cine 2D tampoco percibimos las tres dimensiones. Esas imágenes que alcanzan nuestro sistema de visión han sido capturadas como una única imagen, por lo que la tercera dimensión “ya ha sido eliminada”.

Si una película no se ha grabado en 3D, con un mínimo de dos cámaras, no es posible que sea una película 3D. Hay algunas técnicas para modificar una película y darle cierta profundidad, pero técnicamente una película en 3D.

El primer obstáculo que se presenta en el cine para poder representar una imagen en 3D es que sólo hay una fuente desde la que provienen las imágenes: la pantalla. Si se pudiera utilizar un método para enviar una imagen diferente al ojo derecho y otra hacia el ojo izquierdo, podría darse profundidad a la escena.

Durante los primeros años se hacía con la utilización de unas gafas de celofán en la que un “cristal” era azul y el otro rojo. Cada uno de estos cristales sólo dejaba pasar la luz de un único color. El cristal azul sólo permitía pasar la luz azul, y el otro la roja. Así cada ojo ya podía recibir una imagen.

Ahora queda hacer que salgan desde la misma pantalla estas dos imágenes. Una película no es más que una secuencia rápida de imágenes (unas 25 imágenes por segundo aproximadamente) que consigue la impresión de movimiento en nuestro cerebro. Si mostramos en la pantalla una imagen en azul y otra en rojo, cuando lleguen a nuestros ojos, el cristal azul sólo dejará pasar a nuestro ojo la imagen azul y el cristal rojo hará lo mismo con la imagen roja. Estas imágenes se conocen por el nombre de imágenes de anáglifo, y son imágenes de dos dimensiones que provocan en nuestro cerebro el efecto tridimensional.

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Han pasado muchos años desde que se hicieron las primeras películas utilizando esta técnica. Actualmente vemos como las gafas de celofán han pasado a la historia. Se han sustituido por unas gafas que a simple vista sus cristales parecen transparentes.

Una película en 3D está basada en la proyección de dos imágenes ligeramente distintas que han sido grabadas desde dos ángulos diferentes.

En 1838, Sir Charles Wheatstone inventó el estereoscopio. Un simple sistema que permitía observar, desde una posición concreta, unas tarjetas especiales que eran percibidas por nuestro cerebro como una imagen estereoscópica. Este sistema tenía un inconveniente, sólo pedía observarse desde una posición muy concreta, por lo que su aplicación al cine era complicada.

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Los sistemas actuales funcionan gracias a la polarización de la luz.

La luz es una onda electromagnética y como tal, sufre una serie de oscilaciones. Estas vibraciones pueden realizarse en un plano vertical o en un plano horizontal, por lo que si fuéramos capaces de orientar este plano de oscilación, podríamos tener control sobre dos ondas de luz.

En este concepto se basan las actuales gafas en 3D. Existen ciertos materiales que se comportan de manera diferente cuando la luz que les atraviesa está polarizada verticalmente que cuando está polarizada horizontalmente. De esta forma, un cierto material permite el paso de la luz si ésta vibra en el plano vertical pero se comporta como un cuerpo opaco si la luz está polarizada horizontalmente.

Esta técnica puede aplicarse a las salas de cine. En la pantalla se proyectan las dos imágenes grabadas desde ángulos diferentes, con polarizaciones distintas. De esta forma al observador le llegarán dos ondas de luz, una polarizada verticalmente y otra horizontalmente. Los cristales de nuestras gafas están formados por materiales que permite el paso de la luz si ésta vibra en uno de los planos y se comporta como un cuerpo opaco en el otro plano; de manera que sólo dejarán pasar uno de los dos rayos de luz hacia el ojo. Así conseguimos recrear la visión estereoscópica en nuestro cerebro tratando todos los colores por igual, consiguiendo una gran mejora respecto a las antiguas gafas de colores azul y rojo.

Actualmente, gracias a la microelectrónica se han reemplazado las gafas de celofán y las polarizadas por otras que tienen un filtro LCD.

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